Superando la ausencia física de mi madre
Hoy finaliza el 2019 y no quería dejarlo ir, sin antes sentarme a escribir… típico que cuando estamos cerrando el año, nos pongamos a recordar y categorizar lo “bueno” y lo “no tan bueno” que vivimos a lo largo de este periodo. Dicen que todo es una enseñanza para crecer como persona, dicen que lo “no tan bueno”, o lo que así catalogamos, es un aprendizaje disfrazado, porque el Universo no te va ofrecer lo que “tú quieres”, sino lo que “necesitas” para aprender y evolucionar.
En muchas ocasiones las situaciones “no tan buenas” son las forjadoras de nuestro carácter y nuestro temple, sobre todo en esas que nos acercan al punto de quiebre, donde la soluciones se visualizan cuesta arriba y en las que a las primeras de cambio queremos salir corriendo. Es justo ahí, donde la transformación comienza, decidiendo si tomar las riendas y aprender, o quedarse en el aparato, en un rol de víctima acompañado con ese ¿por qué a mí? o ¿qué hice yo para merecer esto?…
Hace 9 meses mi mamá se fue a un lugar más bonito …
Este año tuvo sus momentos duros, durísimos, pero a la vez tan enriquecedores, tan MAESTROS como pocos. Mientras escribo me pregunto si hubo alguna otra situación en 2019 que haya marcado más mi vida que las recaídas que tuvo mi mamá, como también, su pronta partida física, y afortunadamente NO, no las hay. Es que, si bien es cierto no hay nada que pueda superar la pérdida de una madre y el sentimiento de orfandad que nos deja.
Mi mamá me estuvo preparando para su ausencia, a menudo teníamos conversaciones que comenzaban con la siguiente reflexión: una buena madre debe educar a sus hijos tanto para la vida como para la muerte, para luego abordar temas afines. Suena fuerte y aterrador, pero fue sumamente importante para mí hablar con ella sobre esto, al fin y al cabo, es el ciclo de la vida, donde cada ser humano nace, se reproduce y muere.
A pesar de tener este tipo de conversaciones con mi mami y a sabiendas de que su condición física iba desmejorando progresivamente, NUNCA se está completamente preparado para la ausencia de un ser querido (no suelo usar la palabra nunca, pero hay sus excepciones y ésta es una de ellas). Agradezco estas tertulias un poco fúnebres en medio de risas, porque han sido la clave para sobrellevar esta separación física con mayor entereza.
Superar la muerte de mi madre ha sido hasta ahora todo un reto emocional, me ha hecho reflexionar sobre el valor de la vida, y también me ha permitido ver el mundo desde otra perspectiva. A continuación les cuento cómo ha sido todo este proceso de duelo:
Menos miedo y más acción
Sin duda alguna superar la muerte de mi madre ha sido una situación que, a pesar de estar relacionada con tristeza, miedo y dolor, me dejó invaluables aprendizajes. Me ayudó a redescubrirme desde otra perspectiva y me enseñó la importancia de dejar fluir y ceder el control. También me afirmó que todo es posible en esta vida, siempre y cuando estemos enfocados en el objetivo.
Cuando hago un flashback del primer trimestre del año, exclamo: ¡WAO LILIANA! QUE GRANDE ERES. Fueron muchas las situaciones para asimilar, afrontar y aceptar en tan poco tiempo: ver convulsionar a mi mamá, saber que la metástasis hacía estragos en su cuerpo, sentir como la vida de mi madre se desvanecía en mis brazos por falta de oxígeno, escuchar al médico decir que ya no había más nada que hacer mientras me daba una palmada en el hombro, escuchar su último suspiro… En todos estos eventos y en muchos otros, vencí el miedo y actué con integridad, calma y entereza.
Recordar todas estas circunstancias me hace sentir orgullosa de mi manera de reaccionar en momentos de quiebre, de cómo supe manejar mis emociones, así como también, de todas las decisiones que tomé sin caer en crisis y, sobre todo sin dejarme llevar por la situación país (racionamientos de energía, escasez de medicamentos e hiperinflación). Me siento satisfecha por todo lo que hice para alargar su fino hilo de existencia y esta actitud de valentía y perseverancia me reconforta en mis días de tristeza.
En definitiva, este proceso de superar la muerte de mi madre me ha obligado a reinventarme. Luego de su partida tuve un largo momento de transición, donde me sentí perdida, pero con el compromiso de retomar mi vida. Decidí comenzar “de cero” y encaminarla hacia el futuro que anhelo. Sin necesidad de borrar el pasado, porque son estas las situaciones, como evoqué anteriormente la que nos permite transformarnos.
El hecho de reinventarse
Particularmente, lo puedo resumir como vivir una nueva vida dentro de la misma (tal cual, como sucede con los sueños en “Inception”) manteniendo nuestra esencia, principios y valores, que al fin y al cabo es lo que nos hace únicos y diferentes. Hace un par de meses, me dijeron que me notaban un poco más mística, y pues sí, siento que he fortalecido enormemente mi espíritu y ésta es solo una pieza clave de mi evolución.
Como parte de esta reinversión decidí: retomar mi proyecto personal y profesional en Francia, el cual había dejado en Stand by por irme a Venezuela a cuidar a mi mamá. A mediados del segundo trimestre del año volví a Paris, visité a mi familia y amigos en Lisboa y Barcelona, creé este blog como vía de desahogo, pero aparte de escribir también quería llorar y llorar, y fue entonces cuando me acoplé a mi proceso de duelo y empecé a hacerlo día tras día…
No almacenes emociones. Drena y fortalece tu espíritu. Tus proyectos se detendrán un tiempo, pero me alegra a estas alturas de la vida haberte formado y logrado de la mujer que eres, integral. Orgullosa de ti. Y de verdad que me hace feliz volver a abrazarte y tenerte acurrucada. Disfrutarte. Con fe y esperanza.
Re-conectarse a la vida
Llegaron los dos últimos trimestres del año, mis lágrimas fueron disminuyendo y mis sonrisas se fueron multiplicando. Ahora todo lo veía con más claridad, me sentía mucho más tranquila, pues había logrado alcanzar mi equilibrio emocional. Ahora bien, culminada la primera fase de mi reinversión, la segunda etapa se tornaba en la búsqueda de la estabilidad, y siendo emigrante su importancia era mucho más.
Esta incluía primero mantenerme emocionalmente estable, para ello busqué ayuda profesional, ya bastante había avanzado por mi cuenta y una ayudita extra nunca está demás. Segundo, me enfoqué en la búsqueda de alojamiento y oportunidad laboral, y paso a pasito conseguí mi nicho personal, y casi que simultáneamente el empleo y la reintegración a mi área profesional. Me alegra escribir que los objetivos fueron alcanzados y que poco a poco he ido reconectándome a la vida.
Años duros, los hay, pero son estos los que nos enseñan que lo esencial es invisibles a los ojos. Soy afortunada de mi 2019 y orgullosa de mi capacidad para transformar en oportunidades mis momentos de debilidad. Hoy en día me siento plenamente feliz y amada, llena de recuerdos hermosos junto a mi mami y, sobre todo, siento una eterna gratitud hacia todas las personas que se han mantenido presente a lo largo de todo este periodo de duelo.
Infinitas gracias, amor y luz para ustedes, …y como decía mi madre: si hay salud lo demás es ganancia, ¡Feliz 2020!
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Agradecimiento especial por el artículo al blog: Mi mamá tiene cáncer.
(Visita la liga original en aquí)