Aceptando que debo partir
Todo siempre tiene un inicio. Para nosotros el inicio es el nacimiento, nuestros padres pueden predecir el día de nuestra llegada a este mundo. Pero a partir de ahí no hay mucho que podamos predecir.
Avanzamos tan aceleradamente que no pasa por nuestra mente la sola idea de un día darnos cuenta que el tiempo que nos resta ya es limitado, ¿te has puesto a pensar en algún momento cómo será tu muerte? Supongo que no, a nadie nos gusta pensar en ese trance quizás en el fondo nos gusta creer que todos partirán antes que nosotros. Ya saben, la ley de vida primero se van nuestros padres, tíos, abuelos etc. Al final siempre seremos nosotros y para cuando ese acontecimiento llegue estaremos preparados, cansados y acataremos esa regla general.
A continuación, te presentamos una historia sobre el afrontamiento de una enfermedad terminal:
Un cambio inesperado
Mi postura siempre había sido esa, pero la vida me deparo una lección que no me esperaba, algo que me tomo por sorpresa que me cimbró desde lo más profundo hacia el exterior…
En general siempre había sido muy sano, salvo algunas infecciones oportunistas nunca había presentado un problema que conllevara pasar días o semanas en casa. Todo inició con un dolor de cabeza “sin importancia”. Mismo que empecé a tratar con analgésicos, las primeras veces funcionaban (eso parecía) hasta que fue incrementando en intensidad y duración. Pensando que todo era derivado por mi nivel de estrés, decidí tomar un descanso, una semana de vacaciones, para aislarme de los factores que presionaban mi vida, no obstante los dolores de cabeza continuaron y se agudizaron en forma por demás rápida.
De regreso a casa me vi forzado a acudir al doctor para que me recetase algo efectivo para mis continuas migrañas, debieron ser necesarios varios estudios antes de determinar cuál era el motivo, de estas y lo que vino a continuación fue algo que me dejo en shock.”
Recibiendo el diagnóstico
Empecé a sospechar que algo estaba mal desde el momento en que el doctor solicito que no acudiera solo. “Es preferente que lo acompañe algún familiar”, dijo. Cuando llegamos al consultorio no estaba solo, había otra persona con él, todo inició muy raro para mí:
– Quiero presentarle a la Licenciada. Ella es Tanatológa y está aquí para apoyar.
– ¿Qué quiere decir con apoyar?
– Tengo que informarle que los resultados de sus estudios nos arrojan que presenta un tumor que ya se encuentra en un estado muy avanzado. Está por el área del cerebro. Nos es imposible intentar extirparlo. Lamento decirle que no hay nada que podamos hacer, su tiempo de vida ya es limitado.
Aceptando que debo partir pronto
Esas últimas palabras resonaron como una sentencia cruel en mis oídos. ¿Cómo era posible que a mi edad me estuvieran diciendo que moriría? Recuerdo que salí del lugar casi corriendo. Intentando huir de esa realidad, de esa terrible noticia que obviamente no estaba listo para recibir. Permanecí en silencio largo rato… de pronto sentí que alguien se encontraba a mi lado. Era la tanatóloga que el doctor me acababa de presentar.
-Puedo entender cómo se siente. En este preciso momento no lo puede creer y tiene temor e incertidumbre sobre lo que pasara, estoy aquí para brindarles acompañamiento a usted y a su familia.
Me pidió que nos reuniéramos con ella al día siguiente y nos informó sobre lo que podría presentarse después de hacer consciente que muy probablemente partiría pronto… empezó por aclarar las dudas de mi familia:
-¿Qué podemos hacer? ¿Qué pasará con nosotros? ¿Cómo será todo?
Nos explicó que nos brindaría: Acompañamiento tanatológico. Porque a partir de aquí vendrían muchos cambios para los cuales tendríamos que estar preparados. Vendrán cambios en el estado de ánimo de todos. A veces tendrán ganas de gritar de llorar, quizás les cueste aceptar lo que está pasando, pasaran por la etapa de negación.
No estás solo
Se preguntaran: ¿por qué a ustedes? Se sentirán culpables e incluso pensaran que algo hicieron mal y que este es el resultado de ese terrible error. El miedo será una emoción que se presentara con frecuencia, pero es importante que sepan que: NO ESTÁN SOLOS. Y que a partir de este momento contarán con mi apoyo. De eso se trata el acompañamiento tanatológico de estar presente y trabajar en equipo. Previniendo una situación de duelo patológico o que inclusive desarrollen enfermedades oportunistas por el estado emocional que se presentara”.
Debo reconocer que ese apoyo, esa presencia han sido fundamentales en todo esto. La tanatóloga nos ha explicado cada cambio, nos ha asesorado en momentos que pudieron ser de crisis y caóticos y sobretodo me está ayudando a que acepte que pronto partiré.
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Escrito por: Andrea Ramírez, Psicóloga
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