El suicidio
El suicidio es un problema social que desgraciadamente va a la alza en nuestra sociedad y así mismo ha ido aumentado su rango de edad, se registran casos que abarcan desde niños hasta adultos mayores como víctimas de éste terrible escenario.
El tema del suicidio suele ser complicado, la mayoría de las personas juzgan duramente a quienes en un momento de desesperación toman la llamada “salida fácil”. En realidad no sabemos que pasa por las mentes de estas personas. ¿Que las hace decidir que no vale la pena seguir viviendo? Es de vital importancia comprender, que estas personas en ese momento no cuentan con los recursos para sobreponerse a pérdidas o dificultades diarias y es esto lo que las lleva a tomar esta decisión.
Generalmente alguien que atentará contra su vida cursa por un proceso depresivo y da señales de alerta que, si prestamos la debida atención podríamos ofrecerle el apoyo que requiere para salir de este sufrimiento y evitar así, una tragedia.
1. Se aíslan
Dejan de realizar sus actividades diarias, así como la convivencia en sus grupos habituales (trabajo, amigos, escuela y familia).
2. Lo dicen
“¡Ya pronto acabará esto!”, “¡ya no te voy a molestar!”, “¡pronto ya no habrá más sufrimiento!”. Son algunas de las frases que dicen los pacientes con ideación suicida, ya que ésta opción está sonando en su cabeza y para ellos, solo es cuestión de tiempo consumar el acto.
3. Se despiden
Pueden dejar cartas de despedida, poner en orden sus asuntos (papeles, trabajo, o hasta sus pertenencias). Muchas veces suelen realizar llamadas para agradecer a las personas que estuvieron con ellos.
Es importante poner vital atención a este tipo de advertencias para poder brindar una ayuda oportuna y prevenir el suicidio. Niños, jóvenes, mujeres y hombres son susceptibles por igual, de sufrir una ideación suicida. En cuanto detectes alguna de estas señales alarma, lo mejor que puedes hacer es acudir a un especialista que apoye a la persona para encontrar las herramientas necesarias para sobrellevar sus problemas.
——-
Escrito por: Cintia Rivas, Psicóloga
(Visita su perfil dando click al nombre o aquí)