Perder a un ser querido en tiempos de pandemia
En un mundo que nos aquejan los desastres naturales, llámense terremotos, tsunamis, entre otros, hoy quiero hablarte de los desastres biológicos. Es un virus que se convirtió en pandemia, que se propaga muy rápidamente, que es mortal para un mínimo porcentaje de personas, sobre todo para los más vulnerables. Sin embargo, apenas lo hemos ido conociendo. Lo real, es lo que ante nuestros ojos está ocurriendo: un aislamiento indefinido y múltiples muertes alrededor.
El coronavirus no seleccionó raza, apellido o estatus social. Simplemente llegó empedernidamente al ser humano, mostrándonos, una vez más, y de manera radical, nuestra vulnerabilidad y nuestros miedos en su máxima expresión.
¿De qué quiero hablarte hoy?
Hoy quiero hablarte de esas perdidas imprevistas, de aquellas que llegan en un abrir y cerrar de ojos, que a veces avisan; pero la muerte llega rápido. Ésas pérdidas, de las que nadie nos habló ni enseñó cómo vivirlas, o qué hacer en esos momentos. Estos son días en que este tipo de experiencias, están marcando la vida de miles de personas. Llámese familiar, amigo o trabajador de la salud, la magnitud del impacto no se puede medir, las pruebas psicológicas se quedan cortas, las palabras no alcanzan para expresar el gran dolor en medio de la tormenta.
Visiona que hoy eres un capitán de barco, llevas tu tripulación, y en altamar llega una fuerte tormenta. El viento sopla fuerte y las aguas están golpeando por todos lados, gritos, angustia y desesperación llega, el miedo a la propia muerte, y tú solo piensas en cómo salvarse. Saben todos que es impredecible la tormenta, es natural, ingobernable, fuera de su control. Sin embargo, en lugar de intentar huir de ahí, lo cual es casi imposible, decides como capitán bajar un ancla flotante, “¡bajemos el ancla flotante, con fuerza, para sobrellevar esta tormenta, y cuando se calme, saldremos a un puerto seguro!” gritas a tu tripulación. Todos corren y con gran adrenalina, junto contigo, echan el ancla, con la esperanza de que eso funcione y se salven.
Para tu sorpresa, en ese arduo trabajo, entre el viento y arrastrado por las olas, uno de los miembros de tu tripulación, muere ahogado y se lo lleva la corriente. Todos lloran, gritan y se enojan con esta tormenta; les parece una injusticia para ese buen hombre y amigo. Ese era un momento para apoyarse unos a otros y salvaguardarse hasta que la tormenta cesara. Volvieron a puerto seguro y ahí rindieron honores a su compañero. A pesar de seguir enojados y tristes, sabían que a veces la naturaleza se lleva consigo a alguno de nosotros.
En esta tormenta llamada Coronavirus o COVID-19, al echar esa ancla para sobrevivir, llámese aislamiento, sana distancia, higiene de manos o portar un equipo de protección, amigos o familiares se han ido, y muchos pensarán qué injusta y qué indigna su muerte. Yo te pregunto, ¿y cuál es realmente una muerte digna o justa?, Se dice que esta es aquella donde se hizo todo lo posible para que no hubiera dolor, y ante esta situación desconocida sabemos lo difícil que es lograr esto.
Sin embargo una muerte digna es de todos, al vivir una vida digna. Puede provenir de nosotros que nos quedamos, al rendir homenaje, al recordar a esa persona y seguir echando el ancla en honor a ella, para todos los que se quedan. Una muerte digna la tiene toda persona, tan solo por el hecho de SER. Nuestro tipo de muerte no define nuestra dignidad, de toda una historia de vida. La muerte digna es el proceso natural del desenlace de una vida digna. Sin embargo, yo te preguntaría, ¿y qué es para ti una muerte digna?
El tipo de muerte no marca la dignidad de la persona. No permitas que su tipo de muerte opaque lo que fue toda una vida. Si un familiar muere por la pandemia, o por otra causa inesperada, ¿permitirás que su tipo de muerte sea la sombra de toda una vida o honrarías más su vida y su historia? Finalmente, sabemos que en este tipo de muerte, no hay despedida, no hay último abrazo. ¿Cómo te despedirías de tu ser más amado?, te invito a que cierres tus ojos, lo presentes ante ti y dile todo lo que te gustaría decirle en ese último suspiro de vida antes de partir… si lo necesitas, llora, grítalo, escríbelo, platícalo con tu confidente, y, después, enfócate en tu presente, en los seres amados que tienes a tu lado; abrázalos, ámalos, perdona, ¿cuánto has dejado de decir, cuánto has dejado de abrazar?, Este tema estaremos abordando en el siguiente blog.
Te dejo con esta frase que me compartió una persona, refiriéndose a su familiar: “Te recuerdo sin dolor, honrando tu memoria, lo que fuiste y lo que fuimos juntos.” ¡Dignifica la vida de tu ser amado, elige la vida, elige vivir!
¿Qué perspectiva te dejo este escrito?
Escríbelo, te leo. Estoy contigo, para servirte y te mando un abrazo,
Eunice.
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Escrito por: Eunice González Lara, Psicóloga Clínica y Maestra en Gerontología
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