¿Cómo ayudar a tus hijos en la muerte de papá?

¿Cómo ayudar a tus hijos en la muerte de papá?

Si tienes hijos (pequeños, adolescentes, o muy jóvenes) y tu pareja ha fallecido de forma inesperada o prematura, posiblemente estás viviendo alguno de los aspectos que voy a comentar a continuación. En este artículo voy a revisar el duelo de los hijos cuyo padre o madre ha muerto, y te voy a dar información que espero te pueda ayudar.

Es probable que sientas muchísima pena porque tus hijos han perdido a la madre o al padre tan pequeños, o tan jóvenes. Porque tu pareja (esposo, esposa…) ya no los va a disfrutar, porque todo se ha truncado. Te puedes preguntar, con desesperación, por qué Dios o la vida se ha llevado al padre o madre de esos niños, tan pronto. Con lo que tus hijos le necesitan. Puedes sentir que es injusto, puedes sentir rabia, enfado… ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué a ellos? ¿Por qué…? ¿Por qué…? ¿Por qué…?…

 

También puedes sentir una gran responsabilidad por tener que sacar a tus hijos adelante y atenderlos sola (o solo), sin tu pareja. Puede que sientas que la situación te viene grande, y te veas sola y pequeña ante ella. Puedes dudar sobre si realmente eres capaz, si lo estás haciendo bien. Quieres hacerlo bien, y lo haces lo mejor que sabes y puedes. Les puedes dar mucho cariño, atención, protección… El amor nunca es demasiado, nunca sobra, y menos en estas circunstancias. Pero una cosa es el amor y otra la sobreprotección.

 

Aquí tenemos que estar atentas a no confundir las cosas pasando del amor a la sobreprotección, que es algo muy común en estas circunstancias. La sobreprotección afecta a los hijos, limitando el desarrollo natural de sus habilidades para poder desenvolverse en la vida lo más plenamente posible. Y para ello hay que conocer muy bien la diferencia entre estos dos conceptos: amor y sobreprotección. Muchas veces pensamos que la conocemos, y no es así. Ya que la idea general que tenemos en la sociedad de amor, protección y sobreprotección, está muy desvirtuada. El amor siempre hace florecer las cosas, el amor potencia, el amor deja, el amor trae paz y alegría. La sobreprotección está fundada en cimientos de miedo, de temor, de desconfianza, no trae paz, no trae alegría, no trae calma, limita, no deja Estas son las referencias que debemos tomar para darnos cuenta de dónde estamos. En estos procesos, la atención es fundamental. Atención para darnos cuenta de “dónde estamos”.

 

 

¿Cómo es normal sentirnos?

Por otra parte, es muy posible, y normal, que te falte energía, que estés agotada, sin ánimo, sin ganas. Pero sacas fuerzas de donde no las tienes para salir adelante. Y como no estás bien, a veces puedes estar irascible, y pueden salir cosas de ti de las que luego no estás orgullosa. Puedes sentir que no lo haces bien, porque a veces puedes cargar sobre tus hijos el enfado o la desesperación que tienes dentro. O simplemente no estás a la altura para darles lo mejor (por falta de fuerzas, energía, estabilidad emocional, ilusión…). Todo esto te puede hacer sentir muy culpable, y entonces el malestar aumenta en un círculo vicioso que parece no tener fin.

 

En este sentido, quiero transmitir tranquilidad. Es normal que algunas de estas cosas pasen, o todas. No debemos sentirnos culpables. La situación no es fácil, nadie nos ha enseñado a afrontar este tipo de circunstancias, y lo hacemos lo mejor que sabemos y que podemos. Si no, ya lo estaríamos haciendo de otra manera más adecuada, porque queremos hacerlo bien.

 

Lo importante es ser conscientes de todo esto y, en la medida de lo posible, aprender a realizar un buen duelo para estar “bien colocadas/centradas”, y así poder acompañar de la mejor manera a nuestros hijos, en la pérdida de su padre o madre. De esta forma, comprobaréis que acompañáis y atendéis a vuestros hijos en la misma medida en la que vivís vuestro duelo. A mayor calidad de proceso de duelo, mayor calidad de atención y acompañamiento a nuestros hijos, ya que solo podemos dar lo que tenemos dentro.

 

Y respecto a esto último, te quiero dar varios tips que te puedan ayudar con tus hijos (niños, adolescentes)

 

¿Cómo reaccionan los niños ante estas situaciones?

Los niños perciben la realidad de una forma mucho más natural que los adultos, y pueden adaptarse mejor de lo que pensamos a este tipo de situaciones. Eso sí, necesitan mucho cariño, mucho contacto y mucho amor. El problema surge cuando lo que perciben viene de un adulto que no está “bien colocado” ante algo. En este caso, ante la pérdida de su pareja. (Iré perfilando lo que quiero decir con “bien colocado” conforme vaya desarrollando artículos y vídeos en este blog. Quiero adelantar que se puede estar “bien y mal colocado”, estando triste).

 

En estos casos, los niños van a percibir los miedos, las inseguridades, la tristeza, el miedo, la desesperación, el enfado, la tensión que pueda sentir su padre o madre en este tipo de circunstancias, por mucho que quiera disimularlo o contenerlo. Lo que hay dentro de los padres es lo que llega a los niños, de forma consciente o inconsciente, aunque nos parezca que no, aunque creamos que no es posible. Son esponjas y, percibiendo esto, van a asumir que la vida es amenazante. Y esta percepción no les ayuda en su desarrollo, porque está fundada en el miedo.

 

Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que los pequeños toman todo lo que escuchan, ven y perciben, de una forma muy literal o directa. Sin filtros. Por lo tanto, desde un estado lo más centrado y amoroso posible, tenemos que ponernos a su nivel de comprensión que, ante las explicaciones, suele ser muy literal y toman la información tal y como la escuchan. Aún carecen de capacidad de interpretación y, si lo hacen, pueden interpretar algo que no tiene que ver exactamente con lo que se está diciendo, generándoles mucha confusión.

 

Aquí es muy importante comprender que es natural y sano sentir las emociones derivadas de un proceso normal de duelo (tristeza, vacío, enfado). Con normal quiero decir, que el padre o madre aborda los distintos aspectos del duelo de forma que va pasando de una fase a otra con naturalidad, viviendo las emociones sin negar el dolor, sin hundirse ni querer escapar, de forma que ni se hunde ni se estanca en ninguna de esas fases. Esta forma de vivir el duelo (por parte del padre o madre) va a ayudar a los niños a comprender que es normal estar triste. Les va a ayudar a no tener miedo a las emociones que llamamos negativas (y que no lo son), y les ayudará, a futuro, a vivir este tipo de experiencias con naturalidad y de forma sana. Sabrán vivir el dolor y la tristeza, que es una de las bases de una persona equilibrada y fuerte. Ya que la fortaleza se apoya en la vulnerabilidad “bien” vivida. Lo contrario será otras cosas, pero jamás fortaleza.

 

Si tu hijo es adolescente (o muy joven), la muerte de su padre o madre le puede traer muchos más sentimientos y pensamientos de los podemos imaginar, y de los que posiblemente transmitan. Además, es muy normal que ellos no puedan ni sepan identificarlos, ya que a la montaña rusa tan intensa que suponen, se une una época tan especial como es la adolescencia, o pre-adolescencia.

 

Así, pasa muy a menudo que, además de una profunda tristeza, sientan enfado con la vida, con el mundo, con otras personas (amigos, familia, profesores…), sensación de que la vida es dura, de miedo, de sinsentido, de incomprensión. Es posible que tengan conflictos, o que se encierren en sí mismos sin expresar lo que llevan dentro, interfiriendo en la vida que llevan y en sus relaciones.

 

En este sentido, cuanto más comprendamos lo que nos pasa a nosotras, y lo sepamos manejar, mejor podremos comprender a nuestros hijos, ayudarles, acompañarles y comunicarnos con ellos.

 

Además, de nuevo, lo que tenemos dentro es lo que les trasmitimos de una forma más o menos evidente. La verdadera forma en la que enseñamos, influimos, acompañamos, educamos… a nuestros hijos, es con el ejemplo. Pero no con el ejemplo “exterior”. Sino con el ejemplo “interior”. Es decir, con lo que verdaderamente pensamos y sentimos. La incoherencia, al igual que la coherencia, se perciben. Y eso es lo que se transmite. No lo que les decimos o pedimos que hagan o no hagan.

 

Así, CON LOS HIJOS, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, EL TRABAJO ESTÁ EN NOSOTROS. Por lo tanto, es muy importante que estés atenta a los momentos en los que no estés “bien colocada/centrada”, para evitar interactuaciones que no ayudan. Y en paralelo, te animo a que realices un buen proceso de duelo en el que, conforme vayas avanzando, vayas creciendo centrándote y colocándote en una posición sana para ti y, por extensión, para tus hijos.

 

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Escrito por: Susana Hernández (Susana Fénix), Coach y Terapeuta.

 

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