Aceptando que mi hijo decidió partir

Aceptando que mi hijo decidió partir

Sé que de antemano puedes imaginar que la más dolorosa pérdida que se puede tener en la vida es: “un hijo” que un hijo muera, es una pérdida antinatural que por lo mismo la ciencia, la religión, la cultura sea cual sea aún no encuentra la forma de nombrarnos a quienes los hemos perdido.

 

Es una pérdida sin nombre, desde este hecho “no tener un nombramiento” como si no existiéramos a raíz de que ellos no existen más, provoca un sufrimiento que nos acompaña día a día, que no deja de sentirse por mucho que pase el tiempo.

 

Pues bien, ahora imagina: ¿Cómo te sentirías si tú hijo se quitará la vida? Si él/ella decidiera no continuar a tu lado y tú no entiendes el por qué, cuando tienen toda la vida por delante, cuando tienen sueños, expectativas, cuando aún deberían estar aquí, es “TAN” incomprensible, lo primero que viene a tu mente, a tu ser es: LA CULPA ¿Qué hice mal?, ¿De qué no me di cuenta?, ¿Por qué no confió en mí?

 

Es un camino en constante cuesta- abajo porque hay muchas dudas, hay sentimientos, que antes no conocías y que no creías que podían existir.

 

¿Cuántas veces se toca fondo?

Hace mucho que perdí la cuenta…. Solo puedo decirte que pasaron muchos meses antes de que yo, me permitiera salir de su habitación que había convertido en mía desde que él tomó la decisión de irse, porque ahora sé que fue él quien quiso irse, que yo no tuve mucho que ver con su decisión.

 

Llegar a este punto me llevó muchos días, meses… cuando por fin salí de su habitación me senté frente a la ventana y me pregunté ¿Qué harás ahora? ¿Morir también? ¿Podré volver a verlo? Todas estas preguntas rondaban mi cabeza, mi esposo se acercó a mí, me tomó de la mano y me dijo: “No cargues con lo que no es tuyo, ¡Suéltalo!” mi primer reacción fue quererme soltar de su mano y reprocharle el cómo se atrevía a pedirme que olvidara la muerte de mi hijo (eso fue lo que entendí en ese momento). Me solté a llorar y regresé de inmediato a su cuarto, donde me sentía cercana a él, donde me refugiaba para creer que todavía estaba conmigo, me aferraba a sus cosas como si fuese un náufrago a la deriva esperando que alguien llegará a rescatarle.

 

Desde que él había partido no me había vuelto a mirar al espejo, ese ritual ya me era innecesario en mi rutina, pero un buen día al salir de bañarme de reojo me vi… ¡No reconocí a la que estaba en el reflejo! Salí a la calle buscando encontrar a alguien que pudiera ayudarme, que me diera las respuestas que tanto necesitaba.

 

Mi primera parada fue con mi mejor amiga que tampoco me reconoció solo al verme, fue hasta que escucho mi voz que se dio cuenta que era yo, con ella volví a llorar le conté todo lo que había estado viviendo hasta ese día, ella me sonrió y me dijo: “tranquila todo va a pasar”, salimos de su casa y me llevó con un terapeuta, quien escuchó todo mi relato y me dijo lo mismo que mi esposo “Suelta lo que NO es tuyo”.

 

¿Cómo aceptar su decisión?

 

Ds difícil aceptar la pérdida por un suicidio pero también es importante reconocer, que la decisión que tomó sobre su propia vida, tuvo que ver con su libre albedrío aquel que todos tenemos, los factores que le llevaron a esta decisión pudieron tener solución pero a veces tal como te ha pasado a ti nos encerramos pensando que nadie nos podrá ayudar, y sin embargo siempre hay algo por hacer.

 

Trabaja en aceptar que era su vida, no la tuya y que así como tú has tomado decisiones de tu vida, él tomó decisiones sobre la suya. Empezar a aceptar que él no está es empezar a aceptar su vida y sobretodo no te responsabilices de algo que claramente no estaba en tus manos, estas primeras palabras me dejaron confundida… ¿Cómo podía entender que su libre albedrío fuera usado contra él mismo? ¿Por qué me dijo que no estaba en mis manos que no tomara esta decisión?

 

Aun así me quedé largo tiempo pensando y asistiendo a las terapias, al principio acompañada de mi amiga y después acompañada de mi esposo.

 

Ha pasado ya un año de que esto pasó y hoy puedo decirte que he aceptado su decisión, reconociendo que yo le di la vida, que le regale el libre albedrío. Sí me hubiera gustado poder haber evitado que tomara esta decisión pero no estaba en mis manos.

 

Hoy agradezco su existencia en mi vida,  me uní a un grupo de auto- ayuda de padres que han pasado por lo mismo y ahí reconfortamos los corazones que han pasado por esto, porque bien lo dijo el Terapeuta: “SIEMPRE HAY ALGO POR HACER”

 

——-

Escrito por: Andrea Ramírez, Psicóloga

 

(Visita su perfil dando click al nombre o aquí)

 



Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *