El acompañamiento y el abandono durante el duelo

El acompañamiento y el abandono durante el duelo

No hace falta explicar el dolor que siente una persona que ha perdido a su pareja. Cada uno lo siente y lo expresa a su manera. Muchas veces parece que no haya tanto dolor. Si es así, simplemente se trata de una estrategia inconsciente, de defensa, para protegernos de sentir algo tan tremendamente punzante, que sería devastador sentir de golpe.

¿Qué pasa después de una pérdida?

 

Después de la pérdida de nuestra pareja, unas personas se encierran más en sí mismas y otras necesitan estar más acompañadas. Cuando buscamos ese apoyo o acompañamiento en nuestro entorno, la mayoría de las veces no lo encontramos de manera que nos alivie o nos ayude “de verdad”. E incluso, muchas veces, cuando pensamos que nos ayuda, no está siendo así. Lo explico a continuación.

 

No nos han enseñado a vivir el dolor. No nos han enseñado a vivir la pérdida. Y menos, la muerte. Nuestra sociedad está principalmente enfocada en el logro, éxito, etc., y a todo aquello que nos hace “sentir bien”. Tenemos mucha información y formación sobre este tipo de temas, tanto a nivel personal como profesional. A nivel personal, por ej., clases preparto…. A nivel profesional, procesos de liderazgo, gestión de equipos/proyectos…

 

Así que, volviendo a nuestra situación, cuando buscamos acompañamiento, apoyo y comprensión en nuestro entorno, la mayoría de las personas no sabe qué hacer ni cómo hacerlo. Es importante darnos cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones, la idea de estar ante una persona joven que ha perdido a su pareja, les afecta enormemente. Les duele mucho, aunque a veces parezca que no, y muchas veces ellos no se den cuenta. Les damos pena, tristeza, lástima, shock, angustia, etc…

 

En unos casos, como nos quieren, intentan ayudarnos a salir de ese dolor cuanto antes. Y allí está el error. Forzar el ritmo del duelo no ayuda. Al igual que no ayuda tampoco alimentar la perspectiva trágica de lo que estamos viviendo, una y otra vez, de forma que nos quedemos enganchadas en el “drama” eternamente. Esto no quiere decir que la situación no sea trágica o dramática. Quiere decir que hay una forma sana de vivirla, sin negarla, y sin quedarnos bloqueadas en nuestro proceso de duelo. Y esto no quiere decir que queramos menos a nuestra pareja. Todo lo contrario. (Todo esto es muy importante, porque lo que creemos que nos está ayudando, no lo está haciendo. Por ello, lo iré desarrollando en futuros artículos y vídeos adicionales a este).

 

En otros casos, como no saben manejar el dolor ni la muerte, no quieren afrontarlo, no quieren verlo, no saben qué hacer. Les parece tan grande, tan doloroso, que no saben cómo acercarse a nosotras por la pena que les damos. Esto les pasa consciente o inconscientemente. Desaparecen y nos sentimos profundamente abandonadas o incomprendidas, en la peor de las circunstancias. Y pasa lo que jamás imaginaríamos. Al dolor por la pérdida de nuestra pareja se une el dolor por la ausencia de personas importantes para nosotras. Y esto duele muchísimo.

 

¿Cómo ven las demás personas nuestro dolor?

Realmente, tenemos que ser conscientes de que hay muy poca gente que sepa manejar el dolor de la muerte de una forma sana. De que, el que no lo hagan, aunque no lo podamos comprender, no tiene que ver con nosotras. No es algo personal. Tiene que ver con cómo ellos viven el dolor y la muerte. Lo que piensan y sienten sobre ello. Y de nuevo, quiero recalcar que esto muchas veces les pasa de forma inconsciente. Ni se dan cuenta. Y ellos mismos pueden poner excusas o justificaciones sobre su actuación. Cuando en realidad, esos argumentos no tienen nada que ver con lo que tienen dentro, con lo que piensan y sienten.

 

Así es como funcionamos todos, la mayoría del tiempo, en los distintos aspectos de la vida. El problema es que esta forma de funcionar, en automático, de forma tan inconsciente, explota en las situaciones más duras y extremas, como es la muerte de la pareja, acrecentando el dolor natural por la pérdida.

 

Por lo tanto, si hay momentos en que podemos estar solas y queremos estar solas, adelante. Y si no, si estemos con alguien, pero que sea alguien que sepa sostener. Que funcione desde el respeto, desde el escuchar, desde el comprender, desde el no juzgar y no presionar. Sin meternos más en el drama ni querernos sacar de allí corriendo, tapando el dolor que no se puede tapar, o queriendo mirar hacia otro lado obviando lo que estamos sintiendo. Sin forzar, dejando que las cosas pasen. Simplemente que nos sostengan.

 

Pero tenemos que ser conscientes de que hay pocas personas que sean capaces de vivir esa situación con nosotras, de manera sana. Poca gente lo sabe hacer bien. Poca gente sabe “estar”. Y ante nuestras expectativas incumplidas de apoyo por parte de nuestra familia y amigos, pueden surgir problemas de relaciones con ellos, distanciamiento, conflictos… dañando gravemente relaciones importantes, en muchas ocasiones.

 

Por eso es tan importante apoyarnos en un profesional que nos dé ese espacio, ese acompañamiento, ese sostén fundamental para vivir el dolor y el duelo como hay que vivirlo para renacer respetándonos y respetando a nuestra pareja, sin forzarnos y sin quedarnos estancadas. De esta forma, evitamos tener que apoyarnos demasiado en familiares y amigos que no saben cómo acompañarnos ni ayudarnos, y evitamos conflictos innecesarios. Ellos estarán de otra forma para temas en los que sí pueden ayudarnos y acompañarnos, que tienen más que ver con la vida normal.

 

Así, podemos afrontar de forma sana la nueva vida que tenemos delante que, bajo mi punto de vista, es la mejor manera de honrar a nuestra pareja. Y esto sólo lo podemos ver y experimentar conforme vamos viviendo el proceso de esta manera. Es difícil hacerse una idea de todo lo que pasa dentro de nosotras en un duelo así, antes de vivirlo. Es profundamente transformador. Sólo puedo animaros a ello porque realmente merece la pena.

 

 

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Escrito por: Susana Hernández (Susana Fénix), Coach y Terapeuta.

 

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