El cuidado de mis padres mayores

El cuidado de mis padres mayores

“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Efesios 6:2-3).

 

Inicio con estas palabras para recordar la gran misión que Dios nos ha encomendado, en uno de sus mandamientos. En todo momento nos invita a servir y más en nuestras propias familias, a nuestros progenitores, a quienes nos dieron la vida y quienes ahora ya en la ancianidad necesitan de nuestros cuidados así como tiempo atrás ellos lo hicieron con nosotros. Y es precisamente en este tipo de acciones en donde reside el AMOR, al atender y ser atendido en nuestras necesidades.

 

Toda persona, desde que nacemos necesitamos de cuidados y cariño, sin embargo hay etapas cruciales en las cuales esa mano amiga es indispensable para la sobrevivencia, para mantener una buena salud mental, emocional y sobre todo para fortalecer nuestro espíritu.

 

Cuando vivimos día a día, muy de cerca el cambio de nuestros padres y se convierten en adultos mayores, nos enfrentamos a una realidad dura, a una pérdida realmente significativa, ya que nos damos cuenta que pierden su autonomía y que inician a depender más de nosotros, sus hijos, o en otros casos de algún adulto que esté a su cargo.

 

Afrontar la situación de dependencia de nuestros padres es lo que provoca diferentes reacciones, que pasan por diferentes fases, muy similares a las del duelo.

 

¿Cuáles son estas fases?

Negación:

Es la fase en la cual nos encontramos con nuestro niño interno, quien se niega a aceptar que su padre o madre esté atravesando por una situación de riesgo ya que desde pequeños estamos acostumbrados a ver a nuestros padres como nuestra figuras de apoyo, de fuerza y energía, sin embargo, ante el pasar de los años y tal como lo sabemos nuestro desarrollo sufre cambios, nos encontramos con una enfermedad (física o mental por ejemplo una demencia senil) accidente o dificultad motora, una invalidez, en donde se necesita de nuestro apoyo, cariño y cuidados diarios para nuestros ancianitos.

 

Confusión:

Es la fase donde inician las dudas ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Cómo voy a cuidar a mi padre o madre? ¿Qué medicinas necesita?  ¿Con qué recursos y con quién cuento? Para sus cuidados.

 

Caos emocional:

En esta fase las personas se encuentran en una lucha constante entre la frustración y la culpa y terminan por experimentar bloqueos emocionales y en ocasiones llegan a la depresión.

 

Rabia y Culpa:

Una etapa normal en la que nos debatimos, por un lado amamos a nuestros padres y queremos lo mejor para ellos pero por otro lado no soportamos la idea de verlos enfermos y dependientes de nosotros o de una medicamento u hospital.

 

Experimentar una enfermedad a la par de nuestros queridos ancianitos, es una experiencia dolorosa sin embargo es una de las etapas en las cuales estamos al servicio de quienes han dado todo por nosotros, quienes nos aman a pesar de las circunstancias. Compartir esos momentos, hasta cuando Dios nos lo permita, es uno de los actos más humanos y que trascenderán en nuestras vidas por siempre.

 

Personalmente, tengo la experiencia de mi abuelita materna, quien padeció durante 10 años la temida enfermedad de Alzheimer, al inicio mi madre atravesó por cada una de las etapas descritas anteriormente, luego cada uno de mis hermanos y yo, que éramos los más cercanos a ella, conviviendo en la misma casa, compartimos ciertos sentimientos y nos comunicamos para apoyar a mi madre en los cuidados de la Yoyita (así le decíamos de cariño).

 

El apoyo brindado a turnarnos para cuidar a nuestra abuelita hizo que mi madre tuviera momentos tranquilidad y de esperanza, ya que ella se desgastaba mucho ante los cambios psicológicos y emocionales de la abue.

 

Al momento de partir, tras 10 años de desveladas, medicinas, visitas con médicos, neurológo y psquiatra, cambios de turnos con enfermeras y familiares cercanos para cuidarla por las noches, masajes con fisioterapista, agüitas naturales para calmar sus estados agresivos, etc. Encontramos resignación ante todo el recorrer de su enfermedad, mi madre nos contaba lo feliz y agradecida que se sentía de retribuir todo el amor y dedicación que su madre le había dado y que claro, ahora que ya no está la extrañaba mucho porque ante esta etapa de cuidados, los roles se invirtieron, mi abuelita, la Yoyita, le decía a mi madre, MAMÁ, así la reconocía y llamaba constantemente y así la siguió amando hasta que Dios le permitió estar entre nosotros.

 

Estas líneas se las dedico a mí querida Yoyita a quien recordamos como esa personita valiente, enérgica, pero llena de amor, ella fue quien nos brindó tantos cuidados y para quien siempre tuvimos una tarde de cafecito, para cuidarla y consentirla a pesar de sus momentos difíciles con la enfermedad. Agradezco a mi madre la oportunidad de involucrarnos en esta experiencia de vida y de amor, la cual ha trascendido en cada uno de los integrantes de mi familia.

 

Gracias por la oportunidad de dedicar estas líneas a un ser muy querido y de igual manera, por compartir estas líneas con ustedes e invitarlos a hacerse cargo de esos cuidados que no podemos delegar en nadie más. En memoria de nuestra YOYITA querida. Con amor PATTY.

 

 

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Escrito por: Patricia Pol, Psicóloga Clínica

(Visita su perfil dando click al nombre o aquí)

 



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