Duelo por terminar amistad

Duelo por terminar amistad

 

“Algunos creen que para ser amigos basta con querer,

como si para estar sano bastara con desear la salud”. -Aristóteles

 

En el paso de nuestras vidas  tenemos “conocidos” y “amigos para toda la vida”, cuando los mejores amigos se alejan de ella, podemos llegar a sentirnos desolados  y con una pena tal que solo el paso del tiempo y con ayuda de otras personas íntimas puede llegar a disminuir, aunque muy probablemente nunca se olvide.

 

En nuestra sociedad tenemos más redes de apoyo para superar una ruptura sentimental ya que es mucho más común que se hable del dolor que nos causa la separación de la persona que amamos, ya que el vínculo que establecemos con la pareja es profundo y todos lo reconocen.

 

¿Pero qué pasa cuando hay una separación de un amigo o amiga?

 

En muchos de los casos la gente podría etiquetar esta como un vínculo fácilmente desechable y reemplazable, difícilmente se habla de ese profundo vacío que se siente cuando ese gran amigo; se aleja porque se enamoró, se muda a otro lugar, se lastimó la relación tras alguna discusión, fue quebrantada la confianza; entre otros tantos escenarios que pueden orillarnos a perder una amistad.

 

Lo cierto es que el término de una amistad puede ser muy complicada y dolorosa ya que en su mayoría, estas compañías nos ofrecen un apoyo incondicional formándose tal vínculo que incluso pasan a ser parte de nuestra familia, manteniéndose a través del tiempo y acompañándonos en las diferentes etapas de nuestra vida.

 

Es cierto que las relaciones de amistad no son perfectas, debido a que como todo vínculo, en una amistad se sufren altas y bajas, ya que somos seres cambiantes y evolucionamos de una manera distinta acorde a la vivencias, aprendizajes y contextos, situación que si bien nos enriquece, también propicia que existan diferentes puntos de vista, malos entendidos y actitudes que pueden generar que una ruptura entre amigos sea inevitable o incluso en algunos casos necesaria cuando la esencia de la amistad lejos de ser un vínculo sano que busque el apoyo y fomente el crecimiento mutuo, se vuelve tóxica.

 

El duelo

 

El terminar una relación de tipo fraternal como lo es la amistad, supone también atravesar un proceso de duelo, el cual va a ser proporcional al valor que le otorgamos a dicha amistad; al igual que con una ruptura amorosa, vendrán acompañadas emociones fuertes que podrán hacer sentirnos emocionalmente inestables.

 

¿Cómo salir adelante?

 

Es importante hacer una valoración realista de las causas que nos han llevado a estar en esta situación, si los motivos del alejamiento han sido provocados por nosotros, el asumir la responsabilidad y dejar de lado el orgullo podrá ser un primer paso para el acercamiento a una reconciliación, lo cual no necesariamente asegura que se logre, sin embargo favorecerá al proceso de superación al haber tomado una acción hacia el problema.

 

Por otra parte, cuando la situación es irreversible se sugiere enfocar esfuerzos hacia nuestro bienestar, empezando por darnos la oportunidad de expresar nuestro sentir, contrario a lo que la sociedad puede decir, al hacer esto damos pie a que las emociones salgan de nosotros y las podamos procesar mejor, esto puede ser en privado o acercándonos con una persona con la que confiemos, inclusive a un profesional de ser necesario para hablar sobre lo ocurrido; resulta oportuno abrir nuestro panorama hacia las demás redes de apoyo que tenemos, además de construir nuevas, ¡no nos cerremos a ello!.

 

Así también es bueno hacer cambios en nuestra dinámica cotidiana que añadan nuevas actividades y experiencias ya que permanecer en la melancolía de lo que se solía hacer con ese amigo especial podría no ser de mucha ayuda para lograr avanzar.

 

Quédate con lo mejor de esa amistad y reinvéntate, aprecia la huella que dejó en tí, ninguna persona entra en tu vida por coincidencia, aprender de esa experiencia solo hará de ti un mejor amigo, después de todo “la vida es fortalecida con muchas amistades.

 

Amar y ser amado es el mayor gozo de la existencia.” Sydney Smith.

 

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Escrito por: Diana Gabriela Ruiz Topete y Karla Beatríz Mejía, Psicólogas.

 

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