Crónica de un duelo

Crónica de un duelo

Hoy mi día transcurre de manera tranquila, tengo tantas cosas por hacer, pero nada de eso me preocupa. Todo indica que tendré un día ¡excelente!

En un segundo, la vida me sorprende de manera negativa y recibo la peor noticia que jamás haya escuchado.
¿Es enserio?, ¿es una broma verdad?, ¡esto no me puede estar pasando!
Mi mente intenta entender lo que está sucediendo, pero no logro asimilar nada, estoy en shock. La angustia se ha empezado a apoderar de mí, siento miedo a lo desconocido, angustia al futuro incierto.
En mi interior, mi mente está intentando protegerme del impacto emocional de la noticia, empiezo inconscientemente a negar los hechos y la realidad que estoy viviendo.
¡Que alguien me despierte porque estoy soñando!

Después de un rato, mi mecanismo de negación se cae porque ya no es posible seguir negando los hechos. Es real, ¡sí me está pasando!
Empiezo a experimentar impotencia al enfrentar el sufrimiento y me invade una enorme ira.
¡Estoy enojado conmigo!, ¡con Dios!, ¡con quien se me ponga enfrente!, ¡todos son los responsables de lo malo que me está pasando!, ¿por qué tuve que ser yo?, ¿por qué mejor no le pasó a alguien más?
Me invade la envidia, el resentimiento, el coraje, siento una fuerza interna proveniente de la pena y me pongo violento. En mi interior, mi cuerpo está intentando tomar fuerza para sobrevivir y afrontar la nueva realidad.
¡¿Por qué me está pasando esto a mi?!

¿Pero, y si aun hay algo que se pueda hacer para cambiar esta realidad?, ¡tal vez si hago algunos cabios todo vuelva a hacer cómo era antes!, Dios ¿me estas escuchando?, ¡Por favor solo pido una oportunidad más!
Me invade una tremenda culpa porque pienso que hay algo que se pudo hacer para evitar la realidad que estoy viviendo. Seguramente yo no hice algo que podía haber hecho o alguien no hizo lo que le tocaba hacer. La culpa me está comiendo.
En el fondo mi mente está intentando negociar y generar un tipo de acuerdo para regresar las cosas a como eran antes, quiere encontrar la forma de disminuir por un momento el dolor inmenso que estoy sintiendo.
¡Por favor Dios, te prometo hacer las cosas diferente!

En este momento ya estoy consiente de todo lo que pasó, definitivamente ya no hay nada que pueda hacer para cambiar la realidad que ahora estoy viviendo.
¡Estoy tan solo!, ¡nadie me entiende! Me siento tan cansado y desolado, no he parado de llorar, hay días que no puedo dormir y otros días no puedo despertar.
La tristeza, la decepción y la soledad parecen ahora mis únicas amigas, me siento tan mal. La depresión está buscando aislarme del mundo exterior, tiene como objetivo que yo empiece a conectar conmigo mismo para empezar a descubrir recursos internos que me ayuden a redefinir mi vida.
La depresión ahorita parece mi enemiga, ¡No creo poder superar esto!

Ya ha pasado el suficiente tiempo para que yo pudiera asimilar y gestionar todas las emociones que empecé a experimentar después de la pérdida.
He empezado a tomar una postura más activa ante el duelo y he logrado darle un sentido positivo al dolor.
Me atrevo a decir que he empezado a experimentar algo de paz. Esto no significa que haya olvidado o que sienta alegría, es solo que ahora he decidido seguir con mi vida a pesar del dolor. Ahora soy capaz de reconocer que, pese a lo horrible y doloroso de esta experiencia, he podido obtener grandes enseñanzas.
Paso a paso la aceptación va llegando y busca mejorar mi nivel de vida después de haber vivido este proceso tan doloroso.
Nunca volveré a ser el mismo de antes, pero, ¡elijo continuar con mi vida!
……………..

El transitar de manera sana el proceso de duelo, nos ayuda a lograr una estabilidad emocional después de una pérdida.
El duelo es un traje a la medida, no es un proceso lineal ni necesariamente se viven las etapas de manera consecutiva, cada persona lo vivimos de manera diferente.

Si tu eres un doliente, puedes acercarte a un psicólogo o tanatólogo que son los especialistas en manejo de duelos, para que te brinden acompañamiento en este duro camino.

Escrito por: Psic. Alicia Corona Romero



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